lunes, octubre 16, 2017

Carta a la MUJER RURAL. Futuras pregoneras serranas....

Querida Viajera:

El día 15 de Octubre día e la Mujer Rural, lo celebrarías  arando, ordeñando o haciendo pan, o si eres neo rural y moderna, gestionando tu negocio o recolectando flores y productos con tus pequeños, para hacer conservas o esencias de belleza.

Querida Mujer rural, amiga de la sierra, este año, tampoco serás pregonera y pocas páginas hablaran de ti. Aunque algunos minutos te ha dedicado los telediarios nacionales, algunos a agriculturas de Guadalajara, agriculturas que cotizan, no que solo ayudan al marido.

Se me ocurren algunas cuantas mujeres serranas, rurales, amantes de su tierra y de su arte en el mundo rural. Se me ocurren así sin nombrarlas una docena de ellas, para pregonar, para difundir y chulear de la tierra que las vio nacer o la que les da de comer.

Pienso, en la mujer de Mariano, cartera rural, ayudante de farmacia y agricultora si es menester. En la cabrera de la sierra, con su rebaño, haciendo riquísimo queso para vender en Cantalojas.

En esa mujer y su familia que escapó de la ciudad para montar un negocio dentro de un parque natural. Entre pueblos de pizarras,  entre riscos de Aragosa o entre las famosas minas y bravas serranas. Me llega el olor de la panadera que hace a la vez que roscas y castañas de recadera en el pueblo, que no de cotilla. 

Me viene la imagen de su sonrisa detrás del mostrador de la farmacia rural en Mandayona y Jadraque, cuando una nueva pareja joven va a por pañales para una nueva serrana.
Me viene a la mente la joven enfermera recién destinada, la que te curo el corte con el hacha o la picadura de las abejas. La aparejadora que ve como el castillo de Galve y el monasterio de Bonaval se van a caer. Recuerdo a mi abuela que rezaba y vigilaba su iglesia ,la torre de la iglesia, y a la suegra del alcalde, pendiente de las gárgolas, por si el obispo las salva.


Escucho a la mujer del carnicero de Alcorlo, contar lo bien que se bailaba en la verbena de su pueblo, hoy anegado por las aguas. A la que trabaja el barro debajo del Alto Rey y a la que recibe a los peregrinos y turistas en el castillo de Siguenza.

Mujeres que tienen las llaves de Palacios como el de Cogolludo, bodegueras, porteras de casonas nobiliarias en Atienza y de quien te atiende en la gasolinea de los Condemios. Se me ocurren concejalas, alcaldesas, diputadas, que alzan la voz para luchar por su pueblo y su comarca.

Mujeres que van y vienen de la sierra al asfalto por motivos laborales, porque no hay buena cobertura debajo de sus pinares.


Mujeres rurales, serranas, valientes y rudas, bellas como la jara, la flor de la sierra. Mujeres y madres, futuras pregoneras.

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